Su galope lusitano
en las astas se adormece...
Con ese tranco tan gitano,
...a toda la plaza mece...
¡Qué pintura de caballo!
No tiene frío en sus venas,
su piel es rubia de bayo,
rubia como la arena...
Su relincho de cristal,
se escucha tras la sonsierra,
y roneando al semental,
llegan jacas de otras tierras...
Este caballo de oro,
en tardes de primavera,
entrega pechos al toro,
pues lo manda mano sincera...
Sin temor a la cornada
Ícaro rebasa leyes...
y sus orejas doradas,
parecen cetro de reyes...
Qué tranco de sinfonía,
hasta las astas sangrientas...
Hace repicar la fiesta,
entre rumor de lejanías...
Sinfonía de herraduras,
en la suerte de las rosas...
Ícaro es tauromaquia pura,
y Pablo Hermoso de Mendoza,
el señor de esa montura...
Lamborghini.