23 de Outubro de 2011

 

 

 

 

El ex torero Antonio Chenel Albadalejo, conocido popularmente como 'Antoñete', ha fallecido a los 79 años este sábado en el Hospital Puerta de Hierro de Madrid, donde ingresó este viernes aquejado de una bronconeumonía.

'Antoñete', nacido en Madrid el 24 de junio de 1932, sufría desde hace años una insuficiencia respiratoria a consecuencia de la que ha fallecido este sábado. La capilla ardiente probablemente será instalada en la plaza de toros de Las Ventas.

El matador de toros se vistió por primera vez de luces en el año 1949 en Las Ventas y tomó la alternativa en 1953 en Castellón. La confirmación la realizó en Las Ventas el 13 de mayo de 1953 con Rafael Ortega como padrino.

'Antoñete' se crió en la misma plaza de Las Ventas, donde vivió debido a su cuñado era el mayoral de la plaza. Allí aprendió todo lo que demostraría años más tarde sobre el ruedo y que había visto desde niño.

La trayectoria de 'Antoñete' se prolongó a lo largo de más de cuarenta años, con constantes retiradas y reapariciones. Sin embargo, el diestro madrileño logró mantenerse entre los más grandes del escalafón, convirtiéndose en referencia de toreros.

Su leyenda comenzó a forjarse a partir de 1966 en la Feria de San Isidro, cuando realizó una memorable faena con el toro blanco de Osborne, 'Atrevido', al que le dio sesenta muletazos, y le consagró en Las Ventas.

El 16 de Febrero 2001, el Consejo de Ministros le otorgó la Medalla al Mérito de las Bellas Artes.

inhttp://www.estrelladigital.es/cultura/Fallece-torero-Antonete-anos_0_1052895193.html 

 

 

El diestro del mechón blanco protagonizó en la Feria de San Isidro de 1966 una de las tardes más memorables de la historia de Las Ventas, una muesca sublime a la historia del toreo con su faena a «Atrevido», de la ganadería de Osborne
Actualizado Martes , 11-05-10 a las 12 : 42
Antonio Chenel, «Antoñete», el diestro del mechón blanco, protagonizó en 1966 una de las tardes más memorables de la Feria de San Isidro, una muesca sublime a la historia del toreo con su faena al original morlaco de nombre «Atrevido», de la ganadería Osborne. Fue la tarde del 15 de mayo, que pasaría a la memoria de los aficionados como «la faena del toro blanco».
La original crónica de Antonio Díaz-Cañabate(crítico de ABC desde 1958 a 1972) dio buena cuenta de ella: «Este “Antoñete” esta superior, está por encima del toro. ¡Chico, que manera de torear! ¿No se te cae la baba de admiración? A mí, sí. ¡Ves tú! Esto es diferente, esto no tiene nada que ver con lo que vemos todos los días, con lo adocenado, con lo trivial, con lo grotesco», escribía el crítico, simulando una conversación ficticia con «Isidrín», una representación humanizada de la Feria de San Isidro. «No es un toreo de ayer, ni de hoy, sino de siempre», añadía.
Según Díaz-Cañabate, a «Isidrazo», como le llamaba después, no le habían gustado los tres primeros toros de Osborne, a pesar de que tanto Antoñete, como Fermín Murillo y Victoria Valencia (los diestros que completaban el cartel) habían matado a la primera.
Ahora le tocaba salir a aquel histórico toro blanco que había levantado tanta expectación entre los aficionados. «Vamos a ver el toro ese que dicen que es blanco. ¡Qué cosas! ¡Un toro blanco! ¡Ahí está! No me gusta. Yo creía que era otra cosa, un toro bonito. Pero la gente es muy novelera».
Poco a poco, el señor Chenel fue entrándole a la bestia, haciéndose a él con acierto. «Mira esos apuntes de verónicas. No está mal; cortitos, pero finos, suaves». Unas verónicas cuya ejecución eran un homenaje al toreroJuan Belmonte, concocido como el Pasmo de Triana, de quien Antoñete se había declarado admirador en muchas ocasiones.
«Eso es torear sencillamente, con la sencillez de la elegancia, de lo delicado, de lo fino, de lo sutil», añadía el crítico sobre una corrida en la estuvieron presentes Franco y el entonces presidente de Nicaragua, René Schick Gutiérrez, que moriría poco después, al regresar de su gira por Europa, de un infarto causado por su alcoholismo.
Aquella faena quedó grabada con letras de oro en la historia de la tauromaquia, de un torero de gran clase, con un estilo absolutamente clásico y deudor de la estética de Belmonte y la técnica deManoleteque, que nació en Madrid... muy cerca de Las Ventas.

 

 

 

 

publicado por Santos Vaz às 11:59

03 de Outubro de 2011

‎" Eu compreendo perfeitamente que haja quem não goste de corridas de touros. Respeito isso.
Não compreendo, nem aceito a mobilização para as proibir. Compreendo que não se entenda o que se passa numa corrida e que não se consiga ver, nem perceber, a beleza que atrai os aficionados. Mas já não compreendo que se insulte o que não se entende. 
Quem não gosta de touradas pode, ao menos, ter o mínimo de objectividade e de respeito pelas outras pessoas, para ver e reconhecer que aqueles que gostam e estão a assistir não são "bárbaros", nem "selvagens", nem "sádicos". Mas apenas pessoas que gostam de touradas, que gostam do bailado a galope do cavalo e cavaleiro, que gostam das sortes e suas surpresas, que gostam da bravura e raça do toiro, que gostam da coragem e garbo dos forcados, que gostam do bailado à beira do absoluto risco do toureio a pé, que gostam da cor, da música, do cheiro, da emoção, da incerteza, do ambiente, da festa. 
A mobilização para a proibição das touradas radica na ideia de que é legítimo impor uma ditadura do gosto ou uma tirania da sensibilidade oficial. Não é. 
Aqueles que se auto-defendem afirmando tradições a que pertencem e que continuam protegem e afirmam alguns dos bens mais preciosos de qualquer civilização e sociedade: Liberdade e Cultura.
A "gente dos toiros" pertence ao mundo rural. E é justamente no mundo rural (ou no mar) que a relação entre homem e animal é mais pura e genuína, mais próxima e mais amiga, mais natural e mais livre.
O modo como as comunidades humanas se relacionam com os animais não é uniforme em todo o mundo e varia com latitudes e longitudes. Varia também com os animais. Isso faz parte da própria cultura dos povos, que são diferentes: os povos e as culturas.
É um absurdo querer impor um padrão único. E é um abuso confundir e equiparar o sofrimento humano com "sofrimento animal". Isso levar-nos-ia a extremos caricatos - quanto à pesca, à gastronomia, à criação animal para alimentação, àquilo que fazemos a espécies animais que, na nossa cultura, degradamos, como répteis ou insectos.
As corridas de toiros marcam a relação homem/toiro no modo próprio das culturas que as criaram e desenvolveram. O direito e a liberdade de as realizar e continuar merecem ser afirmados. São actos de Liberdade e de Cultura. "
José Ribeiro e Castro

publicado por Santos Vaz às 22:18

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