17 de Janeiro de 2010

 

Los nacionalistas con el apoyo de los antitaurinos y de los socialistas quieren prohibir las corridas de toros en Cataluña. Es evidente que en un lugar donde se prohíbe utilizar el español no sólo en las aulas, sino hasta en el recreo, donde te multan por poner un cartel en tu negocio en español y no en catalán y donde también se prohíbe hablar español en los medios de comunicación, está claro que la fiesta nacional pueda tener los días contados. Para la clase política catalana no hay más nación que Cataluña, ni puede haber otra fiesta nacional que ver ganar al Barça, pero que culpa tiene el Barça de que cuatro insensatos tengan ansias de poder.

El argumento de la protección a los animales es falso, y la prueba de ella es que el proyecto de ley admitido a tramite no se refiere para nada ni a la caza, ni a la pesca, ni al engorde de algún animal, ni a la cría de pollos en condiciones tan crueles como las que afronta el toro de lidia en la plaza. El único problema son las corridas de toros porque domingo tras domingo y no digamos nada si torea y triunfa José Tomás, el rito de la sangre y la arena recuerda que Cataluña siempre ha sido parte de España.

Los toros no es sólo de España, también es de los países hispanoamericanos, de Francia, de Portugal en su versión y de las Islas Azores ¿Porqué no pueden ser también de Cataluña?

¿Qué clase política hay en Cataluña? Que los ERC o los de CIU traten de borrar todo lo español de Cataluña no nos sorprende a nadie. Son fruto de los errores de la transición, empezando por la ley electoral que tanto poder les da en el Estado que intentan destruir. La vergüenza es el doble juego de los socialistas que por un lado han presentado una enmienda para que no se tramite el proyecto y por otro han dejado en libertad de voto a sus diputados protegiéndoles encima con el secreto, cosa que no ha sucedido ni con la ley del aborto. Menudas prioridades a la hora de permitir de decidir en conciencia.

Para seguir adelante con la ley del aborto no hubo voto secreto, pero para esto si hay voto secreto y además se le da libertad de voto a los diputados ¿Por qué? Porque es el reflejo de una clase política mezquina que sabiendo como saben que en Cataluña hay mucha afición a los toros, no quieren que los ciudadanos identifiquen a los grupos políticos que abiertamente están a favor o en contra de la fiesta. Hace tres o cuatro años se habló sin ningún tapujo de comisiones del 3% y nadie se escandalizó. Hace dos o tres semanas el presidente de Cataluña se abrazó al poder judicial que nace del Estatuto y nadie se escandalizó de que en Cataluña no haya división de poderes. Hay un doble lenguaje. Ya se podían fijar más en Sarkozy que ha defendido los toros en su campaña electoral.

Se quiere prohibir las corridas de toros, pero de los correbous de Tarragona, muchos de ellos comandados por ayuntamientos gobernados por ERC ni pío. Y es una tradición taurina de Cataluña y también hay que decir que están denunciados por maltrato al animal, pero de esto no dicen nada. Pero es una clase política que sabe que cuando pueden afectar a los sentimientos de los ciudadanos, que pueden ser votantes nacionalistas o del PSC y que puede tener una repercusión electoral deciden votar en secreto y con libertad de partido para que no les identifiquen. Son unos sinvergüenzas.

Estos nacionalistas se han encontrado con un movimiento promovido por ecologistas de salón que no tienen ni puñetera idea de los que es el toro de lidia. Tendrían que saber que el toro de lidia si no existe la fiesta no hay tauromaquia y por lo tanto, como raza desaparecerían. Tendrían que saber también que la tauromaquia en sí es una expresión popular, turística y habrían de saber esos que votan por la desaparición de las corridas de toros en Cataluña que normalmente cuando comemos carne, el animal al que esa carne pertenecía de alguna manera a sufrido cuando se le lleva al matadero. Pero es que hay expresiones populares en las que se utilizan toros que probablemente tienen más crueldad que lo que ocurre en una plaza de toros.

Estos progres de mayo del 68 han pasado del lema “prohibido prohibir” -cuando decían que levantaban los adoquines y que debajo esta el mar y hay que prohibido prohibir-, ya ves tu que chorrada y mamarrachada, a prohibirlo todo. El eje del debate ha de ser reivindicar la libertad individual. La libertad para ir a los toros o para no ir a los toros.

Total, que llevan camino de prohibir los toros en Cataluña con un charnego de Córdoba al frente de la Generalidad. Hay que decir que charnego significa inmigrante de una región española de habla no catalana, en éste caso de Córdoba, provincia de donde es Montilla.Y menos mal que ha sido otro socialista el que lo ha dicho, Barrera, el presidente de CLM. Y estos sátrapas se van a llevar la principal cantidad de valores que tenemos allí en Cataluña. Claro que esto tiene la ventaja de que millones de españoles se van a dar cuenta de una vez de que el nacionalismo es uno de los mayores enemigos de la libertad.

Las corridas de toros es una fiesta nacional que cohesiona y vertebra España, desde Galicia a Murcia, desde Cádiz a Roses (Girona), desde Bilbao a Málaga, y desde Extremadura a Valencia.

Para los que dicen que los toros no es cultura, sino sólo tradición, quiero hacer alguna referencia de la importancia que en términos de cultura ha cubierto en el transcurso de la historia de la fiesta: los toros de Goya, son diferentes a los de Picasso, y éstos a su vez diferentes de los de Manet o Lucas Villamil.

El filósofo José Ortega y Gasset explicaba que era impensable estudiar la historia de España sin considerar las corridas de los toros. Ortega y Gasset, en su obra “La caza y los toros”, se extrañaba que el toreo, diese tanto que hablar. Posteriormente, la generación del 27 en su mayoría fue amante de la fiesta, sobre la cual escribieron, pintaron y esculpieron. Vale citar las palabras con las que Federico García Lorca manifestaba su abierto apoyo y gusto por la tauromaquia: “El toreo es probablemente la riqueza poética y vital de España, increíblemente desaprovechada por los escritores y artistas, debido principalmente a una falsa educación pedagógica que nos han dado y que hemos sido los hombres de mi generación los primeros en rechazar. Creo que los toros es la fiesta más culta que hay en el mundo”. La frase no es de ningún ministro de Franco, sino de Federico García Lorca.

Ortega y Gasset, al igual que otros autores como el académico José María de Cossío, realizaba un paralelismo entre las corridas de toros y la historia de España:

“Afirmo de la manera más taxativa que no puede comprender bien la Historia de España, desde 1650 hasta hoy, quien no se haya cimentado con rigorosa construcción la historia de las corridas de toros en el sentido estricto del término, no de la fiesta de toros que, más o menos vagamente, ha existido en la Península desde hace tres milenios, sino lo que nosotros actualmente llamamos con ese nombre. La historia de las corridas de toros revela algunos de los secretos más recónditos de la vida nacional española durante casi tres siglos. Y no se trata de vagas apreciaciones, sino que, de otro modo, no se puede definir con precisión la peculiar estructura social de nuestro pueblo durante esos siglos, estructura social que es, en muy importantes órdenes, estrictamente inversa de la normal en las otras naciones de Europa”. -José Ortega y Gasset:-

Otros intelectuales contemporáneos, como Enrique Tierno Galván, subrayaron el carácter socialmente pedagógico de la tauromaquia: “Los toros son el acontecimiento que más ha educado social, e incluso políticamente, al pueblo español”. Y abundaba en el refinamiento del gusto artístico que supone para sus aficionados:

“El espectador de los toros se está continuamente ejercitando en la apreciación de lo bueno y de lo malo, de lo justo y de lo injusto, de lo bello y de lo feo. El que va a los toros es exactamente lo contrario de aquel aficionado a los espectáculos, de quien dice Platón que no tolera que le hablen de la belleza en sí, de la justicia en sí y de otras cosas semejantes. El espectador de los toros no es un mero, un simple aficionado a lo espectacular, ni tampoco exclusivamente un entusiasta de la exaltación embriagadora, es, mejor que todo esto un amante del conjunto del cual, en cuanto acontecimiento, es parte necesaria”. -Los toros acontecimiento nacional, E. Tierno Galván-

Una larga lista de escritores de varios países ha escrito exaltando el toreo como una parte importante del alma de sus pueblos. Entre los artistas vivos que defienden el toreo se encuentra el peruano Mario Vargas Llosa, el escultor y pintor colombiano Fernando Botero y el escultor y pintor mexicano Humberto Peraza.

Entre los partidarios de la tauromaquia se encuentran también Francisco de Goya, Nicolás Fernández de Moratín, Valle-Inclán. Filósofos como Fernando Savater o Enrique Tierno Galván, y artistas como Joaquín Sabina o Joan Manuel Serrat, aducen que estas críticas de los antitaurinos obedecen a la ignorancia, ya que el toro de lidia vive en libertad en su hábitat natural y, sin las corridas, no solo se extinguiría el toro bravo, sino el propio ecosistema en que se desenvuelve (las dehesas). Otros defensores del toreo, como el catedrático Andrés Amorós, argumenta que nadie ama más al toro que un buen aficionado a las corridas: “nadie admira más su belleza, nadie exige con más vehemencia su integridad y se indigna con mayor furia ante cualquier maltrato, desprecio o manipulación fraudulenta”.

Otros dos grandes aficionados, Tirso de Molina y Calderón en cuyos dramas ya hay alusiones al mundo de las corridas como un elemento idiosincrásico español. También Joaquín Sabina o Joan Manuel Serrat. Y si recorremos, muchos procedentes de la tradición liberal o de la mejor izquierda, se les hace muchísimo más complicado a los antitaurinos justificar intelectualmente su ataque que a los taurinos su defensa. Izquierda y derecha, andaluces y catalanes, obreros y empresarios, españoles y extranjeros, iletrados y cultos…la afición taurina cala en todos los estamentos sociales, y sólo el ecologismo tontorrón y totalitario o la simple aversión a la libertad imperante en esa región que Boadella considera ya un régimen y no una democracia, puede explicar el deseo de prohibir los toros por decreto.

Los mejores talentos literarios y periodísticos del siglo XX apoyaron la fiesta: César González Ruano, Julio Camba, Wenceslao Fernández Flórez y hasta Manuel Chaves Nogales, que biografió gloriosamente a Belmonte sin ser taurino, supo entender la dimensión cultural de la fiesta al margen de sus reservas personales.

La poesía de Alberti es rica en apología de la estética taurina: “El pase de muleta / es el arco glorioso / que al fin rinde el acoso / que la muerte sujeta. / Y cuando atravesada / siente el toro su vida, / piensa que la corrida / vale bien una espada”.

O estos otros versos de José Bergamín, quien tampoco halló incompatibilidad entre su credo marxista y la devoción por el toro en su obra La música callada del toreo: “Un prodigioso mágico sentido, / un recordar callado en el oído / y un sentir que en mis ojos sin voz veo. / Una sonora soledad lejana, / fuente sin fin de la que insomne mana / la música callada del toreo”.

Ortega y Gasset confesó: “Hubiera cambiado mi fama por la gloria que solo es dable a los matadores de toros”.

A Pérez de Ayala le dieron la tabarra con los derechos animales y respondió: “Lleva usted razón, si yo fuera presidente del gobierno suprimiría las corridas de toros, pero como afortunadamente no lo soy, pues no me pierdo ni una”.

Cuando a Gerardo Diego, estando en Santander, le preguntaron si no le había parecido excesivo presenciar una corrida por la mañana, otra por la tarde y una tercera por la noche, se limitó a decir: “Todos los días deberían ser así”.

Del modernista Villaespesa a la primera voz de la generación del 50, Claudio Rodríguez; de Cervantes a Blasco Ibáñez; de Zuloaga a Goya; del actor Paco Rabal a Dalí o Ramón Gómez de la Serna; de Luis García Berlanga a Gregorio Marañón; de Miguel Hernández a Cela; de Benito Pérez Galdós a Ernest Hemingway u Orson Welles (cuyas cenizas están enterradas, por voluntad explícita, en una finca de los Ordóñez), es abrumadora la nómina de genios que se han adherido a la fiesta con pasión y meditado sobre su sentido con hondura. Vicente Aleixandre (Toro, La cogida, Corrida en el pueblo, Misterio de la muerte del toro), Dámaso Alonso (Torrente de la sangre), José María Pemán (Torero vistiéndose), Jorge Luis Borges (De la diversa Andalucía), Miguel Ángel Asturias (Toro-Tumbo), Pablo Neruda (Llegada a Puerto Picasso), Rafael Duyos (El toro cinqueño), Manuel Altolaguirre (Era un dolor y Joselillo), José Antonio Muñoz Rojas (Elegía a Manolete), Gustavo Adolfo Bécquer (La corrida en Argón), Juan Ramón Jiménez (Auroras de Moguer), Alfonso Canales (Oda a Antonio Ordóñez, El toro Lázaro), Fernando Villalón, Jean Cocteau, el poeta futurista ruso Nicolai Aseiev o Jorge Guillén.

Claro que en el extremo opuesto tenemos a Joan Saura, a Josep Lluis Carod-Rovira, a Vicent y a Rahola. ¿El debate promete ser muy reñido? Jejeje, dejémonos de bromas.

Las corridas de toros son también una importante actividad económica, que es una fuente de empleos y genera cuantiosos ingresos, principalmente por venta de entradas y derechos de televisión. Los festejos populares que organizan los ayuntamientos, coincidiendo con sus fiestas patronales (o con cualquier otra celebración), generan también un movimiento económico muy importante y moviliza una gran infraestructura (ganaderías, transportes, seguros, médicos y ambulancias, bandas de música, fuegos artificiales, cartelería…): se estima que en los pueblos de España se celebran unas 20.000 celebraciones taurinas al año, y se lidian unas 100.000 reses, lo que supone un gasto de unos 140 millones de euros anuales para que los toros corran por sus calles.

Ir a los toros es una elección personal del aficionado, una pasión. La corrida mezcla la fiesta de la vida con la tragedia de la muerte. La relación con el toro no es de ternura, ni de compasión, sino de admiración, de respeto. Y eso cuesta entenderlo a ciertas mentalidades urbanas, alejadas del campo.

 

http://robertorj.wordpress.com/2009/12/20/la-tauromaquia-es-cultura/

publicado por Santos Vaz às 12:46

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